05.06.2014

Discurso de Joaquín Mañoso en su toma de posesión como Decano del COAC

Órganos Generales

Discurso leído por D. Joaquín Mañoso Valderrama en la toma de posesión como Decano del COAC celebrado el pasado día 3 de junio en la sede colegial de la Demarcación de Santa Cruz de Tenerife.

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Decano del COAC

Estimada Decana saliente, estimados Presidentes de Juntas de Demarcación y demás miembros de Junta de Gobierno, estimados Secretario y Tesorero de órganos generales, queridos amigos y compañeros,

Primero quiero agradecer a todos vuestra presencia en este acto de toma de posesión de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, que desde hoy tengo el honor de presidir.

En la primera ocasión que tengo de dirigirme a vosotros como Decano del COAC quiero agradecer vuestra confianza en el equipo reunido en torno a este proyecto, desde el compromiso, la responsabilidad y la ilusión, en un momento de transición, de redefinición de la profesión y de transformación de nuestras instituciones.

En especial, quiero agradecer a los arquitectos de Canarias que en un momento tan complicado como el que estamos viviendo han apostado de forma decidida por un proyecto renovador que parte de la integración, abierto a toda la sociedad.

Asumimos como objetivo principal que haya TRABAJO para los arquitectos, por lo que resulta imprescindible contar con una institución cuya virtud y fortaleza repose en el valor que la sociedad nos atribuya.

Los enormes cambios producidos en los últimos años en nuestro entorno, y su especial incidencia en las respuestas que los profesionales hemos de dar a las necesidades que se plantean, ha propiciado en particular que nuestra profesión atraviese por momentos críticos de cambio y renovación. Es en esta situación en la que necesariamente hay que reinventar las fórmulas de trabajo hasta ahora utilizadas, y explorar nuevos modos y territorios en los que aplicar nuestro conocimiento y experiencia. Es por esto por lo que tenemos la obligación de REFUNDAR el Colegio para reinventar el ejercicio de la profesión, recobrando nuestra presencia e influencia entre los ciudadanos y los representantes del poder político y económico.

Me permitirán que en estas circunstancias cite aquellas hermosas palabras escritas por el recién fallecido Gabriel García Márquez en el inicio de Cien años de soledad:

“El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.”

Esta es exactamente la sensación que como arquitecto experimento cuando miramos a nuestro alrededor, tratando de entender cuál es el papel que hemos de tener en el futuro de nuestra sociedad, y en la que los arquitectos estamos particularmente capacitados para “nombrar” las cosas y realizar propuestas de transformación de la realidad con las que lograr una mejor vida.

Somos conscientes de los enormes retos que hemos de afrontar, pero sobre todo de las oportunidades que tenemos que identificar y aprovechar, recuperando la vocación de servicio de nuestra actividad, y fortaleciendo la necesaria visión regional de nuestro colectivo colegial, acorde con las actuales circunstancias.

Creo sinceramente que estamos en un buen momento, que podemos incluso celebrar. Y lo es porque, a pesar del intenso temporal por el que hemos pasado, y del que aún persisten los últimos coletazos, el Colegio de Arquitectos sigue resistiendo, bien es verdad que algo maltrecho, precisando recuperar el rumbo perdido.

El ejercicio de nuestra profesión viene transformándose profundamente desde hace años, aunque no ha sucedido lo mismo con las estructuras colegiales, necesitadas de nuevos objetivos, dirección y sentido, más acordes con la realidad que viven sus miembros y la de la sociedad civil a la que pertenecen. Y para ello debemos tener presente algunos puntos clave que nos habrán de servir de guía a la hora de abordar y entender mejor el papel que de nosotros se espera, y a los que nuestro colectivo tendrá que dar adecuada respuesta:

  • Reconocer la complejidad del medio en el que nos desenvolvemos
  • Aceptar la pluralidad social a la que nos dirigimos
  • Asumir la incertidumbre, elemento cada vez más presente en nuestra actividad
  • Abrir espacio a la innovación y a la formación permanente, además de obligarnos a una adecuada comunicación y pedagogía
  • Devolver a la sociedad civil la confianza en nuestra profesión a través del trabajo bien hecho y responsable

Para ello los arquitectos contamos con fortaleza y resistencia, que se ha mostrado especialmente en los últimos años con nuestro convencimiento y compromiso con la sociedad que nos acoge.

Desde la actual situación por la que atraviesa el COAC entendemos y asumimos la situación de etapa de transición que hemos de liderar, teniendo como objetivo fundamental su necesaria REFUNDACIÓN, tras su ya larga historia y el espíritu inicial que impulsó e hizo posible que existiera el Colegio Regional, y desde luego con la imprescindible colaboración de todos.

En este nuevo proyecto trabajaremos por la participación, la información y la transparencia, impulsando la cooperación entre los arquitectos y distintos sectores profesionales, la empresa, la universidad, las administraciones públicas y los medios de comunicación.

Estamos dispuestos a liderar iniciativas y ayudar a estructurar nuestra sociedad civil, hoy casi desaparecida y que fue tan importante en los primeros tiempos de nuestra democracia. Es necesaria y urgente su recuperación, de manera singular en nuestra Comunidad.

Queremos colaborar en la definición del proyecto común para Canarias, desde la situación concreta de cada población y cada isla, sin perder la visión regional, de vocación atlántica, tricontinental y cosmopolita, con la mirada puesta en el futuro, pero intensamente anclada en sus paisajes, sus tradiciones y su gente.

El territorio canario, de singular dificultad por su fisonomía y naturaleza fragmentada, dispersa y diversa, nos obliga a pensar desde el modelo insular, fundamental a la hora de estructurar el colectivo. Siete islas suponen otras tantas realidades, pero con un destino común basado en un compromiso solidario al que no debe vivir ajeno nuestro Colegio, ya que solo en la unión podrá encontrar su mejor fortaleza.

Los arquitectos trabajamos para la sociedad y queremos abrirnos a ella, establecer nuevas pautas de relación, interactuar directamente con otras disciplinas, con la tecnología, la industria y los servicios, el diseño, el pensamiento y la cultura, el territorio y el paisaje, la ciudad y la ciudadanía, el turismo, el mundo financiero y el de la gestión.

Por vocación y conocimiento somos instrumento de mediación entre las administraciones, los poderes públicos y gran parte de las organizaciones civiles. Además somos necesarios y estamos presentes en todos los aspectos y agentes que intervienen en la construcción de la ciudad, y en general del medio en el que vivimos. Y en ámbitos que van mucho más allá del lugar común como proyectistas, condicionando la mayor parte de nuestras vidas.

El sector inmobiliario y de la construcción ha sido sin duda el más castigado por la crisis, y muy cuestionado por la opinión pública durante los últimos años. Sin embargo es de justicia destacar que ha contribuido de manera decisiva a la riqueza de nuestra comunidad, generando empleo y conformando tejido empresarial.

Tenemos ante nosotros el reto de encontrar nuevas formas de pensamiento y acción, en definitiva de trabajo, para recuperar la importancia estratégica y económica que este sector ha tenido para nuestra sociedad. En este sentido los arquitectos aportamos conocimiento, profesionalidad, responsabilidad, capacidad de esfuerzo y compromiso, pudiendo ser sin ninguna duda pieza clave en la reconversión del sector.

Los arquitectos podemos y debemos aportar investigación, desarrollo e innovación, tanto en las estrategias territoriales y de desarrollo urbano como en proyectos de arquitectura, diseño, eficiencia energética y sostenibilidad, gestión de la ciudad y en general de procesos complejos. Sin embargo no podemos ignorar que la actual situación profesional viene marcada por la escasez de trabajo y la degradación del mercado de servicios profesionales que, bajo la excusa de la economía, fuerza a que todo se reduzca a negociar un precio, como si habláramos de la adquisición de bienes en lugar de valorar el alcance y la calidad de los servicios.

Contratos abusivos y honorarios de miseria -extendidos tanto en el ámbito privado como en el de la administración pública-, impagos generalizados, o concursos sin garantías, nos muestra un marco de trabajo que hasta ahora ha dificultado a los arquitectos poner en marcha estructuras empresariales estables y competitivas, dentro de un sector que tradicionalmente ha estado constituido por pequeñas empresas, de modo acentuado en nuestra Comunidad.

A pesar de todo la sociedad canaria nos necesita y espera mucho de nosotros, con formación profesional integrada por notables capacidades, valiosos conocimientos y habilidades técnicas, creativas y de gestión que debemos explotar.

Es necesario recuperar el liderazgo, la presencia y la capacidad de influencia de la arquitectura y la planificación en la construcción de la ciudad y del territorio en general, tanto en su diseño global como el específico, en su gestión, y desde luego en el estudio e investigación sobre los nuevos modelos y formas de habitar.

En nuestra tierra, tras el extraordinario crecimiento acontecido durante los últimos treinta años, de grandes inversiones en desarrollos e infraestructuras, y extraordinario crecimiento de los servicios, llega el momento de apostar por la recuperación del patrimonio edificado existente y su renovación, la de los núcleos urbanos de uso residencial y turístico, la de los tejidos de actividad económica y de los equipamientos, que nos procure una mejor ciudad para obtener una mejor vida. Estas actividades, además de ofrecer una oportunidad en la recuperación de la actividad económica durante los próximos años, han de servir para el incremento de la calidad de nuestro entorno natural y construido.

Nuestra sociedad es hoy muy diferente a la de hace más de tres décadas, y sin embargo se mantienen los mismos modelos de habitar que no responden a la nueva realidad. Seguimos pensando en la urgencia del “dónde estamos”, olvidando con frecuencia la importancia del “dónde vamos”. Y es precisamente en la mirada hacia el futuro donde los arquitectos tenemos grandes cosas que decir, y la obligación como colectivo de hacernos escuchar y entender.

La vivienda (sobre todo la de promoción pública), necesitada de soluciones acordes a las nuevas demandas de modelo y de régimen económico; las infraestructuras y desarrollos al servicio de la actividad económica y productiva, en especial el turismo y la renovación de sus ciudades hoy obsoletas; los nuevos modelos de equipamientos (públicos y privados), acordes con principios de eficiencia, eficacia y sostenibilidad; la gestión viable pública y privada de recursos y procesos, incorporando nuevas formas de financiación; etc… son solo el enunciado de los muchos campos de trabajo en los que el arquitecto debe reivindicar un papel protagonista, y a ello se compromete este nuevo COAC.

La apertura de nuevos campos profesionales es prioridad de nuestro proyecto, y por tanto se debe desarrollar programas de formación continua e integral, dirigidos principalmente a los arquitectos -aunque no solo a ellos-, en consonancia con las demandas que plantean los nuevos sectores de la tecnología aplicada, la gestión, la energía, los mercados financieros y de inversión. Estos sectores cada vez precisan conocimientos más profesionales y especializados pero con visión global, y es aquí donde los arquitectos pueden tener ventaja competitiva por su formación integral.

Y en el corazón mismo de nuestra propuesta situamos la obligación de recuperar el equilibrio entre el ámbito social y de mercado entre los que se mueve la profesión, solo posible si trabajamos desde el concepto de excelencia en nuestra actividad, del rigor y la profesionalidad, del buen hacer y de la responsabilidad.

El Colegio de Arquitectos sólo tiene sentido si presta los servicios que la profesión y la sociedad demandan. Para ello, queremos aglutinar a los profesionales y a las empresas que intervienen en el proceso de creación y gestión de la ciudad, de transformación general del territorio, desde todos los campos y disciplinas.

Y para alcanzar estos objetivos necesitamos un mejor conocimiento, tanto de la realidad actual de nuestro colectivo en Canarias, como de las demandas reales que las instituciones políticas, administración, empresas, sociedad civil en general, plantean a nuestra profesión. Con este fin anunciamos como una de las primeras acciones la inmediata realización de una encuesta universal entre todos los arquitectos de Canarias, colegiados o no, que nos permita planificar nuestro futuro con rigor y realismo.

Otra de las acciones que queremos ya adelantar, entre múltiples iniciativas que iremos desarrollando, es trabajar en la creación de un foro estratégico de opinión y de propuesta que, desde la arquitectura y el urbanismo, relaciones a diferentes profesionales con el mundo empresarial, financiero, la industria, la energía, las tecnologías, la universidad y los medios de comunicación, para conformar a través de distintas plataformas temáticas, a modo de observatorio, desde la arquitectura y el urbanismo de las diferentes realidades del archipiélago, cuya finalidad no sea meramente reactiva sino fundamentalmente propositiva.

Tenemos un apasionante reto por delante, por lo que hoy, desde aquí, y como sociedad civil, queremos tender la mano a los representantes de las distintas Administraciones, del Gobierno de Canarias, Cabildos Insulares, Ayuntamientos, instituciones y sociedad civil en general, para que en los próximos años vayamos juntos, ser un instrumento adecuado para formular las preguntas adecuadas y participar activamente en la elaboración de respuestas enriquecedoras. En definitiva volver a ser un modelo colegial y social de referencia.

Y para cerrar me permitirán otra cita, esta vez de mi añorado Manuel Padorno, que nos dejó hace poco más de doce años, mostrando en numerosas ocasiones con su obra poética y pictórica, una particular pasión y reverencia por la arquitectura y las ciudades.

Como muestra un poema contenido en el cuarto libro de “Canción Atlántica”, renombrada por el autor como “Los Cuatro Libros de Poesía”, en alusión simétrica a la conocida obra de Andrea Palladio de los “Cuatro Libros de Arquitectura”.

He trabajado en una carretera.
También he construido un árbol. Una
gaviota. Un pez. La luna al mediodía.
Tallé la nube rosa. También tuve
que edificar un vaso. Fabricar
algunos animales invisibles,
el pájaro de vidrio, enjalbegar
los cielos amarillos más azules.
Frecuenté lo infrecuente, decidido.
Y liberé mis manos, pies, orejas.
Construí sobre el agua. Cuerpo de agua.
Una patria oceánica. Una playa.
Fui a trabajar en lo que no se ve.
En otras realidades: el desvío.
Una luz diferente. Y tuve fiebre;
enfermé saludable, estremecido,
de la fiebre más sana todavía.
Trabajé la canción. Envida misma.
Una canción atlántica. Salubre.
El más dulce salitre, el más salado
de todos los azúcares azules.

Muchas gracias.

En Santa Cruz de Tenerife, a 3 de junio de 2014

Joaquín Mañoso Valderrama Arquitecto y Urbanista

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Circular oficial (387 kb)

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