29.12.2008

Acto de entrega de la Medalla de Oro del COAC a Salvador Fábregas

Fotos e intervenciones del acto de entrega de la Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos de Canarias al Dr. Arquitecto D. Salvador Fábregas Gil celebrado el el 12 de diciembre de 2008.

Intervenciones con ocasión de la entrega de la Medalla de Oro al Colegiado D. Salvador Fábregas

▼ Discurso de D. Agustín Juárez
▼ Carta de D. Juan Julio Fernández
▼ Palabras del Decano del COAC
▼ Agradecimiento de D. Salvador Fábregas



Discurso de D. Agustín Juárez

No sólo se me hace complicado, sino que me parece injusto, reflejar en unas simples notas la labor de un Arquitecto cuya trayectoria profesional y corporativa ha sido merecedora del reconocimiento de sus compañeros, para ser distinguido, POR UNANIMIDAD, con la Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos de Canarias.

La personalidad de Salvador Fábregas Gil, con su reconocido profundo pensamiento, su meditada sensatez, seriedad, rigor en el proyecto y en la ejecución, su particular lenguaje arquitectónico,… nos ha dejado y nos seguirá dejando, una ejemplar huella que me exigiría una muy larga atención para abarcarla en toda su justa dimensión.

Es esta la razón por la que pretendo tan solo exponer unas brevísimas anotaciones y unos datos biográficos, que espero sirvan para cumplir con el cometido que me he planteado.

He tenido la suerte de desarrollar toda mi actividad profesional, coincidiendo con la de mi compañero Salvador Fábregas, digo suerte porque Salvador ha sido un punto de referencia, ya sea en temas profesionales, colegiales o culturales, siempre fiel a su pensamiento y a su propia Arquitectura, meditada, pensada hasta el límite, cualidad que le ha llevado a ese mayor grado de maestría por el que le distinguimos todos sus amigos y compañeros.

En primer lugar, me gustaría destacar, como ha sabido Salvador Fábregas, alejarse y no contagiarse de la Arquitectura comercializante y sin personalidad de estos últimos cincuenta años, que únicamente ha demandado una rápida respuesta ante un mercado en el que sólo se buscaban beneficios económicos ignorando y a veces rechazando la labor del Arquitecto.

Salvador Fábregas, ha sido siempre un gran aficionado al empleo del hormigón, material constructivo que responde a sus exigencias arquitectónicas y ha hecho uso del mismo empleándolo de muy diversas formas especialmente como «hormigón visto», tanto estructural como en grandes paneles.

Esta pasión por el hormigón se despertó en Salvador Fábregas a raíz de su paso por París en un stage que realizó el año 1958, donde tuvo la ocasión de trabajar para la obra del «Gran Palacio de Exposiciones de la Defense» colaborando con los Arquitectos Sres. Carmelot, Pe-Maily y Zehrfos, que habían sido «Grandes Premios de Roma».

En el Hotel Concorde, una de sus primeras obras, ubicada en la Playa de Las Canteras, somete a la estructura de hormigón del edificio, a un atrevido y vanguardista juego de gran imaginación, alternando y cambiando la estructura en diferentes plantas, demostrándonos su constante puesta al día, tanto en procedimientos como en tecnologías y en materiales.

En el edificio del «Colegio de San Ignacio de Loyola», ubicado en el difícil barrio de Vegueta, hace uso, con todo acierto, del Hormigón Visto, como material ornamental, a base de grandes paneles de suelo a techo, organizados espacialmente como componentes compatibles de una clásica prefabricación, logrando siempre una arquitectura construible y correctamente integrada en el lugar.

Semejante solución proyecta y lleva a cabo en el edificio de La Cooperativa Médico-Farmaceútica, lugar en el que nos encontramos en este momento, combinando los grandes paneles de hormigón visto con el resto de la plementería de toda la fachada, tanto en huecos como en terrazas y jardineras.

Colaborando con una fábrica catalana de grandes paneles de hormigón visto, diseña y lleva a cabo el «Centro Comercial Faro 1 y Faro 2», en la zona turística del sur de esta isla, sorprendiéndonos con su extraordinario diseño.

Es constante la ya mencionada puesta al día de Salvador Fábregas, siempre investigando en nuevos diseños y materiales haciendo uso de sus conocimientos en todo momento, interesándose por las cuestiones de estilo o de adorno, como es el caso de su obra de «El Monasterio de Clausura para la Orden de las Carmelitas Descalzas», situado en las medianías de Telde, donde se puede apreciar un estilo mudejar perfectamente definido.

La obra arquitectónica que hasta este momento nos ha proyectado y ha llevado a cabo Salvador Fábregas, es extensa y ejemplarizante, pero no menos lo son sus trabajos proyectados y no ejecutados.

Destacamos en primer lugar, el extraordinario anteproyecto para un «Edificio del Museo Canario», ganador en concurso y proyectado para ser ejecutado en el solar de San Francisco en el barrio de Vegueta, donde hoy se encuentra el Conservatorio Mayor de Música.

Recordar también el anteproyecto para el concurso del «Palacio de Congresos de Granada», premiado con mención de honor.

Asimismo su primer premio en el concurso nacional para el «Auditorio al aire libre de Festivales en Santander» realizado en colaboración con los arquitectos, Luis Cabrera del Real y Joaquín García Sánchez.

En el difícil campo de la planificación urbanística realiza entre otros trabajos, el Plan Parcial de El Confital» en colaboración con nuestro compañero Pedro Massieu, Arquitecto con el que también realiza el proyecto de un «Edificio para el Banco de Canarias».

Se pueden nombrar estos y otros muchos trabajos más, como el Hotel Sansofé, Edificio Alcorde, Bandama, etc., pero haría interminable este acto.

Salvador Fábregas nace en Granada, estudia Arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y años más tarde obtiene su doctorado en la misma Escuela.

En 1959 inicia su actividad profesional en Las Islas Canarias, fijando definitivamente su residencia en Las Palmas de Gran Canaria.

Durante diez años desempeña el cargo de Arquitecto Jefe de Servicios Técnicos del Instituto Nacional de La Vivienda

Su colaboración y constante preocupación por la profesión, le llevó a desempeñar el cargo de Decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias durante dos años a partir del año 1972 y su labor es digna de mención en abundantes temas corporativos.

Nuestro compañero Rubens Henríquez había sido el primer Decano de nuestro Colegio y Salvador Fábregas le sustituye en el cargo, siendo con ello el primer Decano de la Demarcación de Las Palmas.

En aquellos tiempos, independientemente de toda la temática que conlleva un cargo de responsabilidad, existía el punto fuerte los descuentos progresivos, la exposición en las calles en Santa Cruz de Tenerife y otros tantos temas, incluyendo cuestiones del Consejo Superior, donde fue elegido, como representante de España en el Consejo Europeo de Urbicom.

Resumir toda su actuación de Decano en esta simples anotaciones, es del todo injusto conociendo la dedicación que lleva consigo el cargo.

En el campo de la docencia, colabora con nuestra Escuela de Arquitectura de La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en los primeros años de su creación, impartiendo clases en las asignaturas de Elementos de composición y Proyecto Fin de Carrera, participando además en varios temas puntuales.

Por sus conocimientos y por su conocida preocupación en cualquier tema cultural Salvador Fábregas ha formado parte en la composición de jurados en diferentes concursos de Arquitectura Nacionales e Internacionales, ha impartido conferencias, ha participado en Mesas Redondas, etc…

Su ejemplar trayectoria se ha vista compensada por innumerables galardones.

Sus compañeros del Colegio de Arquitectos de Canarias, le han seleccionado en dos ocasiones y ha sido propuesto como candidato al Premio de Arquitectura de la Fundación Antonio Camuñas.

En el año 1983 es elegido Miembro de Número adscrito a la sección de Arquitectura, de La Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel.

En dos ocasiones, los años 1993 y 1994, ha sido nombrado y nominado por el «Colegio de Arquitectos de Canarias» para el «Premio Canarias», con el apoyo de autoridades y de historiadores de conocido renombre, tales como D. Antonio Bethencourt y D. Jesús Hernández Perera.

Por su reconocido prestigio y por su aportación a temáticas patrimoniales de esta capital, el 28 de octubre de 1994, el Excmo. Ayuntamiento, reunido en Pleno Municipal nombra a D. Salvador Fábregas, Hijo Adoptivo de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

El año 1997 se le concede El premio Especial Mont Blanc de Arquitectura.

Especial atención hemos de darle a su trabajo en la catedral de esta ciudad, desde 1979 ha dedicado todo su tiempo a estudios sobre La Catedral de Las Palmas de Gran Canaria, que le ha obligado a profundizar, aún más, en su formación histórico-humanística.

Ejecuta en la Catedral la restauración de las Obras de las Nuevas Escaleras de la Cabecera del Templo, resolviendo así el acceso a la parte alta de la Sacristía Mayor.

En el año 1991 restaura y consolida la Linterna del Cimborrio y otros tantos elementos específicos de una edificación de esta tipología.

El año 1994 presenta su extraordinario libro, relacionado con su trabajo en la Catedral, denominado «Trazas para la terminación del lado norte de la Catedral», publicación muy especial, impresa al estilo de los grandes tratados.

Todo esto y muchísimas anotaciones más se podrían mencionar de Salvador Fábregas, en su actividad como persona y como Arquitecto.

Creo que indiscutiblemente Salvador es un número uno y todos nosostros, sus compañeros, estamos convencidos de lo acertado de este reconocimiento, al concederle la Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos de Canarias.

Salvador. Mis felicitaciones en nombre de toda la profesión. Muchas gracias.

▲ Índice de las intervenciones

Carta de D. Juan Julio Fernández

Querido Salvador:

Un imprevisto de última hora me impide estar ahí para darte el abrazo, real, que te mereces con motivo de recibir la Medalla de Oro del COAC.

Virgilio Gutiérrez, a quien encomiendo la lectura de estas líneas, te dará el abrazo, virtual, y pondrá voz a lo que quería decirte a ti y a los compañeros que comparten con su presencia la significación de este acto. El haber perdido, en 1972, compitiendo contigo, las elecciones a Decano del entonces recién nacido Colegio de Canarias, lo contabilizo como uno de mis grandes triunfos personales, al ser el Vice-decano de un Decano excepcional como, en tantas cosas, fuiste. Juntos nos arrimamos al toro en no pocas plazas, aunque, siempre, bajo tu dirección, comedida y prudente.

Entiende, pues, que lamente no estar presente y me sume, de manera especial a tu homenaje y recibe mi más cordial felicitación, con el ruego de que la hagas extensiva a todos los tuyos.

Un fuerte abrazo, Juan Julio Fernández

▲ Índice de las intervenciones

Palabras del Decano

Me refería, hace ya un tiempo, a la roca rota, metáfora de la isla herida, y decía sobre la suerte de quién es capaz de hacer de su vida un diálogo interminable con ella … con esa roca fracturada, cargada de embates, de memoria, de claroscuros y, especialmente, de luces y de brillos …

Salvador … aislado en tu silencio … en tu convicción de hacer de tu vida un diálogo interminable con la roca, con la piedra, con la arquitectura … apartado del ruido, retirado de lo insustancial, de lo ocasional … has disfrutado y disfrutas dibujando y dibujando, sin parar, esa piedra … haciendo de tu incansable labor una experiencia intensa de ecos y de esperanzas …

De tu inagotable moldear y labrar… de tu compromiso por observar y aprender, de tu pausada paciencia, de tu tesón … has hecho de ese tu silencio … de la generosidad de tu trabajo, implicación y dedicación, del respeto a la memoria y de la confianza en el futuro … un diálogo interminable, de verdad, con la esencia de la arquitectura …

Alberto Sartoris en su última visita a las islas, a sus noventa y tantos años, definió la arquitectura, apasionadamente, diciendo: ‘La arquitectura es como la vida … es … la vida misma…’ Tu, Salvador, has hecho y haces de tu vida, de tu arquitectura … igual da … un inigualable ejemplo de estar y hacer…

Con toda nuestra admiración, pero, sobre todo, con todo el cariño posible, recibe de todos nosotros esta sentida gratitud …

Virgilio Gutiérrez Herreros

▲ Índice de las intervenciones

Agradecimiento de D. Salvador Fábregas

Excmos. e Ilmos. Sres, queridos compañeros y amigos, Sras. y Sres.:

12 de diciembre del año 2008, celebramos en la sede de la Demarcación de Gran Canaria del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, un acto íntimo, ligado a lo privado y a lo personal y estrechamente vinculado con lo profesional.

Quizá, por ello, las circunstancias, no son las más propicias, ni la ocasión la más oportuna, para tomar la palabra y lanzar, cualquier divagación, mensaje o reflexión que no sean otros que los que conlleven la expresión de los sentimientos de honda emoción y de profundo agradecimiento que son los que, ahora, se adueñan de mi espíritu e invaden mi ánimo y mi corazón.

Empiezo, por decir, que me enaltece sobremanera -y lo digo con la mayor satisfacción-, la generosidad y la excelencia de este acto, por su hondo significado e insólito acontecer pues actos colegiales de esta naturaleza no suelen ser frecuentes.

La emoción que ello genera, es un sentimiento que llega a apoderarse de mí, hasta el punto de sentirme invadido bajo la presión de un exceso de ufanía y de orgullo.

Ello, en estas circunstancias , es muy comprensible y hasta perdonable, pero les puedo asegurar que es un sentimiento bien ausente de mis maneras de ser y de estar, en asuntos de esta índole, precisamente por tratarse de un sentimiento que puede, incluso, desbordar los límites de la prudente modestia y del sano equilibrio que, a buen seguro, podría llegar a incomodarnos a los más, al invadir negativamente el área de la sencillez y el de la serenidad que yo mismo he deseado para este acto de hoy y así lo he pedido a los organizadores , pues de otra manera, podríamos llegar a perturbar cotas de mi propia felicidad. Es cierto que yo no deseo tales situaciones y si llegaran a producirse, debo pedir y pido perdón por ello.

Así pues, enaltecido por esta inmodesta sobrepresión, deseo hacer llegar, en primer lugar, mi íntimo y muy grande agradecimiento a la actual junta de Gobierno del Colegio de Arquitectos de Canarias, hoy presidida por su nuevo Presidente y Decano, Virgilio Gutiérrez y… ¡¡como no!!… a la recién – saliente Junta de Gobierno del COAC ,toda ella , en su mayor extensión y representación, bajo la presidencia de su, entonces Decano Presidente, Juan Torres Alemán que, junto con la eficaz colaboración de la Junta de la Demarcación de Gran Canaria, presidida, por Héctor García Sánchez, fueron, durante el período de sus mandatos, las Juntas promotoras y ponentes, ante la Asamblea General del propio Colegio, al incoar y llevar a feliz término, el proceso completo para la aprobación de todos los trámites reglamentarios que desembocarían más tarde en la propuesta de la concesión de la Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos con que la asamblea plena finalmente me distinguió en votación unánime.

Quiero añadir, en baja voz, que tal concesión es un honor que he recibido con muy honda emoción, cuando aun vibra mi sensibilidad personal y vital frente al recuerdo, demasiado reciente, de días y noches vividas bajo la permanente amenaza de un desenlace muy grave de mi salud.

Gracias a Dios, hoy podemos constatar, con satisfacción y alivio, la casi total recuperación, como si, un indulto «celestial » me hubiera sido concedido, después de haber superado tan seria amenaza y sus duras consecuencias.

Esta medalla, pues, de excelencia áurea, me llega impresa con el esplendor del oro que viene a dignificar mi vida profesional, vivida y desarrollada íntegramente en Canarias durante los años de ejercicio profesional, vividos y ejercidos plenamente en la isla de Gran Canaria.

Es una medalla acrisolada y bruñida por la sólida fuerza y el temple de los que , a mi lado , me hicieron sentir , día a día , el calor del apoyo y de la fidelidad ,y el enorme valor de una eficaz colaboración , enriquecida por una muy leal amistad y permanente asistencia .

Mi familia , mi mujer , mis hijos , mis nietos , mis compañeros , mis amigos , todos ellos le dieron , sin duda , su brillo y todos ellos, supieron siempre empujar mi aliento y tratar que no cejara en las tareas que desde años atrás me había propuesto para alcanzar metas que , finalmente , ya no pude traspasar.

Porque.., al final… , ya no he podido rendir tributo y servicio a la sociedad canaria, con la culminación de una obra arquitectónica, por mí muy soñada, y que hubiera podido llegar a ser útil al mejor desarrollo del potencial cultural canario, al enlazar, en el seno de nuestra catedral, la herencia cultural y patrimonial de las generaciones pasadas con las realidades culturales de las presentes y, ambas, en proyección luminosa y fructífera, siempre enriquecibles, a lo largo del tiempo, con las aportaciones de las generaciones canarias futuras.

Ahí quedaron, la verdad, la belleza, y el esplendor vitrubianos que un día iniciara, Diego Nicolás Eduardo, y más tarde, una vez que quedó truncado su inicial e histórico proyecto del siglo XVIII, para iglesia parroquial de la catedral, aún sirvieron de base y referencia estilística para dar la continuidad y el valor de la afinidad y el de la homologación compositiva a los trabajos que después me afané en imprimir, en mis siguientes propuestas para la continuación y terminación del lado norte de la Catedral de Canarias -versión 2006- , mi último, y ya inédito, trabajo profesional de composición arquitectónica clásica .

También quedaron atrás los empeños y los intentos que vine realizando, durante el último cuarto de siglo XX y primer lustro del siglo XXI, para trazar y modificar, tantas veces como fue necesario, el centro cultural y social que hubiera permitido dotar a la catedral de los espacios y nuevas posibilidades, abiertas a la ubicación de los museos, los archivos, las bibliotecas y centros de estudios …etc., tan necesarios para poder cumplimentar las actividades culturales que desde siempre emanaron de las catedrales, a partir de aquellas primeras fundaciones surgidas en plena edad media desde la Catedral de París y desde las otras góticas de la Europa medieval .

Ahora, estos intentos, han quedado nuevamente quebrados y frustrados esperando la pronta llegada de nuevos y más felices impulsos, como cierta y venturosamente, bien cabe desear y alcanzar.

Con la concesión y entrega de la Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos de Canarias se cierra una importante etapa de mi vida profesional, dedicada a la arquitectura en Canarias y especialmente, en su capítulo final, durante más de treinta años, dedicado íntegramente al mantenimiento y la conservación de la Catedral de Canarias, a su restauración y remodelación y, en fin, al malogrado intento de su terminación por el lado norte, como tarea de mi ilusión profesional última.

Por todo lo dicho, esta medalla, la puedo considerar como el colofón de mi trayecto, el trayecto de un recorrido profesional, hoy reconocido por mis compañeros.

Me queda por añadir, con muy profunda emoción, que ella es, también, la medalla que corona con oro y con honor mi, ya ancho sentimiento de felicidad y satisfacción. Felicidad y satisfacción adquiridas con el placer de un trabajo realizado con sana ambición y muy ancha ilusión, en la búsqueda permanente de la armonía, de la perfección y del equilibrio de la proporción que siempre han resplandecido y solemnizado la obra de arquitectura de secuencia y pauta vitruvianas.

También representa la felicidad del trabajo satisfecho con plena entrega en busca de la excelencia, de la bondad, de la verdad y de la belleza, como predicamentos que siempre primaron, sobre cualquier otro tipo de aspiraciones sublimes, exigibles a obras del gran arte mayor, como supone e impone la esencia de la arquitectura.

Afanarse en buscarlos todos ellos y alcanzarlos, fue siempre mi principal aspiración y, ese afán, es el que hoy conlleva, junto con el gran sentimiento de felicidad de la obra tan soñada y tan trabajada, esa gran fuerza capaz de compensar con plenitud y demasía, el otro inevitable sentimiento, que también hoy me acompaña, es el sentimiento de la amargura por la ilusión quebrada y desaparecida de una obra que se fue y ya no podré ver realizada.

Por todo ello y también por siempre, doy muchas gracias a todos, a mi mujer, a mis hijos y nietos, a mis amigos y compañeros, a todos los aquí presentes y a Agustín Juárez y Juan Julio Fernández por sus palabras que hoy me las llevo muy profundamente guardadas.

Muchas gracias al Colegio de Arquitectos de Canarias y a la Caja de Arquitectos por la especial colaboración que han prestado a esta emotiva imposición.

Y finalmente, reciban mi agradecimiento, ancho y respetuoso, las personalidades que, con su presencia, han dado brillantez, áurea, a este acto colegial. Muchas, muchas gracias.

Salvador Fábregas Gil.-12 diciembre 2008.

▲ Índice de las intervenciones